Bosques: ¿más extracción de madera o más conservación de la vida?
La primera vez que tuve la oportunidad de ingresar en un bosque aun primario, fue en comunidades Ashánincas del rio Apurímac y Ene en los 80s, hoy muchas hectáreas convertidas en pequeñas ciudades y de producción agrícola no necesariamente sostenible y legal; mi mirada era de un estudiante de Biología que devoraba con mis emocionados ojos la belleza inigualable de la naturaleza que tenía al frente y por supuesto la gran sabiduría de los hermanos Ashánincas que me acompañaban, quienes con su paciencia y cosmovisión me daban una de las mejores cátedras que he tenido en mi vida profesional.
Supongo que cada uno de nosotros ha tenido su acercamiento a los bosques de diferentes énfasis y oportunidades, quizás ello marque mucho la actitud que tenemos hacia ellos, muchos con ganas de conservarlos a pesar de los grandes problemas que enfrentan en medio de un cambio climático que los vuelve más frágiles y otros desde el cristal del pragmatismo o del interés meramente económico de corto plazo.
El mundo desde varias plataformas globales como la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), la FAO, entre otros, señalan con claridad la importancia de conservar los bosques, no solo para darle sostenibilidad a la diversidad biológica que habita en estos ecosistemas; sino también por que funcionan a su vez como un gran regulador de temperatura del planeta ya que tienen la capacidad natural para fijar y absorber el dióxido de carbono (CO2).
Sin embargo, en nuestro País, casi dos tercios de los gases de efecto invernadero en el Perú provienen de la deforestación que tiene como origen en la agricultura migratoria, tala ilegal, minería ilegal y narcotráfico, los cuales no han podido ser detenidos y el nivel de deforestación anual llega en promedio a 150,000 ha. a pesar de los débiles esfuerzos que los organismos encargados de combatir estos flagelos hacen como el SERFOR.
El año 2000, se dio la Ley forestal y de fauna silvestre, Ley N° 27308, la cual tenía como elemento relevante las concesiones forestales, permisos forestales, autorizaciones forestales. y la creación del OSINFOR para su supervisión, luego de más de 11 años de aplicación, no se conoce un balance riguroso oficial de su implementación, pero si la experiencia de muchas organizaciones y expertos que de alguna manera estuvieron vinculados a este proceso, señalan que en general fue muy deficitario, la nueva Ley Forestal que pretendió reemplazar a la anterior, fue el DL 1090, la cual intentaba abrir la puertas al cambio de uso de las tierras forestales, lo que culmino con un lamentable hecho como el “Baguazo” y dió paso a una nueva Ley forestal y de Fauna silvestre, la Ley 29763 que ahora está en vigencia; todas trataban de alguna manera encontrar una respuesta a la situación vulnerable de nuestros bosques, en especial a la deforestación que no ha parado y que sigue siendo un problema real y grave.
En el 2012 la organización internacional EIA de EEUU, logró documentar por primera vez la exportación e importación sistemática de madera ilegal de Perú a EEUU, identificando y develando el mecanismo que permitía realizar el comercio ilegal de madera, al que llamó “La Máquina Lavadora”.
Dicho informe señalaba que el Ministerio de Agricultura – encargado de los Bosques de Producción – no controlaba de manera adecuada las actividades de las concesiones; que el Ministerio del Ambiente – encargado de los Bosques de Protección – no estaba monitoreando de modo eficiente las actividades de taladores ilegales en las áreas protegidas; y que los Gobiernos Regionales aún no tenían la capacidad de cumplir una labor eficaz para impedir las ilegalidades en el campo ni dar seguimiento legal a los casos que aparecían frecuentemente.
EIA identificó más de cien embarques con madera de origen ilegal que fueron exportados de Perú a EEUU entre enero del 2008 y mayo del 2010 – esto es, más del 35% del total de estos permisos CITES de Perú a EEUU para ese periodo. En el mismo periodo el principal exportador peruano, Maderera Bozovich, exportó bajo 152 permisos CITES, el 45% de los cuales incluyó madera de origen ilegal.
El Centro para el Derecho Ambiental Internacional (CIEL, por sus siglas en inglés) en julio de 2019, publica un informe “Autorizado para robar: redes de crimen organizado blanquean madera ilegal de la Amazonía peruana” .
El CIEL analizó más de mil Guías de Transporte Forestal (GTF) otorgadas en los meses de junio, julio y agosto de 2017 por la Autoridad Regional Forestal y de Fauna Silvestre (ARFFS) de Loreto y Ucayali y supervisadas por el Organismo de Supervisión de Recursos Forestales y Fauna Silvestre (Osinfor).
Tras el análisis, CIEL detectó que, la ARFFS no estaría “tomando en cuenta los antecedentes de los titulares de los contratos forestales y regentes forestales involucrados”, antes de aprobar un Plan de Manejo Forestal (PMF).
Entre varios hallazgos del informe, se concluyó que el OSINFOR, determinó que 67% de la madera extraída en 2017 fue talada ilegalmente, debido a que no se podía identificar las fuentes legales de la madera. También se identificó que el 62% de la madera transportada a Lima estaba en la “lista roja” de OSINFOR, y que el 68% de la que fue transportada al Puerto de Callao aparece en la “lista verde”, lo cual sugiere que los productos seleccionados para exportación (sujetos a mayor escrutinio) tienen un nivel de riesgo menor a los que se venden en el mercado nacional.
En enero de este año, se publica el artículo de investigación (Wayne S. Walker,Seth R. Gorelik, otros) “El papel de la conversión, degradación y perturbación de los bosques en la dinámica del carbono de los territorios indígenas y áreas protegidas de la Amazonía” , esta investigación utiliza tecnología innovadora para medir las emisiones de carbono causadas por la degradación y la perturbación de los bosques, en lugar de medir únicamente las emisiones procedentes de la deforestación, sugiere que los territorios indígenas y las áreas naturales protegidas (ANP) en la Amazonía biogeográfica están emitiendo cantidades de carbono anteriormente no detectadas. Sin embargo, sus emisiones netas siguen siendo muy bajas, lo que no ocurre con las tierras bajo otras formas de manejo territorial en la región conformada por nueve naciones.
Analizaron el impacto de la deforestación de los bosques, así como su degradación y perturbación, en cuatro tipos de tierras en la Amazonía (Territorios indígenas – TI, Áreas Naturales Protegidas – ANP, la superposición entre TI y ANP y tierras no protegidas). De allí encontraron que el crecimiento forestal en los territorios indígenas se tradujo en la menor pérdida neta de carbono entre las cuatro categorías de las tierras evaluadas. Así mismo encontraron que 90 % de las emisiones netas provienen de las tierras no protegidas (ni TI ni ANP)
Por otro lado, según DIGESPACR-MINAGRI, en enero del año curso, existen 2268 comunidades nativas reconocidas, pero solo 887 tituladas e inscritas en los registros públicos. Si se toma en cuenta las comunidades tituladas que aún no han sido inscritas en la Superintendencia Nacional de Registros Públicos (Sunarp) la cifra sube a 1588, quedando una brecha de 680 comunidades a las que faltaría titular, esto significa el 30% del total de reconocidas. Si sabemos ahora que su importancia no solo es por el justo derecho a vivir y gestionar sus territorios, sino que además es porque en la lucha contra el cambio Climático cumplen un rol importante, ¿porque tanta demora en titular sus territorios?.
El Serfor acaba de anunciar que va adjudicar 8 millones de hectáreas de bosques a inversores privados y que las concesiones están previstas que se comiencen a otorgar a partir de abril de este año, conforme a una serie de requisitos donde se tendrá en cuenta la solvencia técnica y financiera de los postulantes, mucho de este discurso lo escuchamos hace 20 años cuando se iniciaron todo el otorgamiento de las concesiones forestales con la Ley N° 27308, sin embargo, hasta ahora, todo lo que hemos visto es que no ha habido capacidad, ni voluntad política para hacer funcionar ese modelo, ¿qué hace ahora la diferencia?¿cómo garantizaran que no se vuelva a los mismo vicios anteriores?¿ya es posible establecer la trazabilidad real de la madera talada legalmente? ¿los Gobiernos Regionales cuentan con el presupuesto y personal adecuado para asumir las tareas de autoridad en las regiones?
Quizás para lo que serían inversiones en ecoturismo, conservación y aprovechamiento de servicios ecosistémicos, podrían tener mayor sustento en la corriente internacional de conservar la integridad de los bosques, pero “concesiones forestales para extracción de madera”, nos parece que ya sabemos cómo terminara eso, ante la ausencia de mecanismos que eviten nuevamente que los futuros concesionarios le saquen la vuelta a las normas, a las autoridades forestales, sin mayor sanción a su depredadora voracidad de extraer árboles; esto a contracorriente de lo que hoy en día, la mayoría del planeta demanda por su conservación en pie, mucho más cuando se quiere reemplazar bosque primarios por plantaciones forestales (monocultivos de árboles) que definitivamente no son una posibilidad para la gran biodiversidad que vive en nuestros bosques.
Quizás para convencernos, nos digan que los bosques necesitan que alguien se haga cargo formalmente, que por esa situación la deforestación avanza, y francamente nos parece una afirmación reduccionista, que busca justificar las deficiencias de un sistema forestal que no ha logrado resolver sus propios problemas estructurales que privilegia la extracción de madera y promueve la agricultura migratoria ante la ausencia de políticas claras para atender a ese sector, en especial cuando se carece de una mirada holística del Bosque, creyendo que hay un bosque de protección y otro de producción, cuando el bosque es uno solo y que día a día producto de ese enfoque vamos perdiendo miles de hectáreas, generando desconexión entre grandes extensiones del mismo y que su posibilidad de cumplir con su rol de albergar nuestra gran biodiversidad y ser una fuente clave en la mitigación de los efectos del Cambio Climático se haga cada vez más difícil e irreversible, las autoridades forestal como el SERFOR tiene que explicarle con detalle al país que el patrimonio de todos los peruanos que son nuestro bosques no seguirán perdiéndose, menos con modelos de concesiones de extracción de madera que hasta ahora no han funcionado.
Biólogo, Past Decano Nacional del Colegio de Biólogos del Perú.