Coca ilegal crece en las Áreas Naturales Protegidas
Según el informe PERU: Monitoreo de Cultivos de coca – UNODC/DEVIDA el cultivo de coca en el año 2017 se incrementó en 14%, es decir de 43,900 ha. a 49,900 ha. instaladas.
El impacto de la implementación de más áreas de coca, contribuye a una mayor deforestación que según DEVIDA en el Perú se han deforestado 2.3 millones de hectáreas de bosques en las últimas cinco décadas para el cultivo de hoja de coca.
DEVIDA ha advertido que existe un alto nivel de plomo y cadmio en las cuencas de las zonas cocaleras y de otras sustancias tóxicas como la acetona, el éter etílico, cloruro de amonio, ácido sulfúrico, entre otros, que son usados para la elaboración de PBC y cocaína. Este cultivo trae como consecuencia mayores problemas, porque a los fertilizantes químicos, plaguicidas y herbicidas empleados por los productores de coca, el narcotráfico ha sumado millones de kilos, litros y galones de insumos químicos que al final, van a parar a los riachuelos de las cabeceras de las quebradas, contaminando seriamente los ríos mayores que proveen de agua a las poblaciones cercanas y a los ecosistemas que los rodea.
Recordemos que la deforestación origina pérdida de las funciones y relaciones ecológicas al interior del Bosque; perdiéndose su importante biodiversidad, pero, además, se pierde su potencial turístico, recreacional, belleza paisajística, el valor científico y cultural. Al perder bosques naturales, no será suficiente reponerlos mediante programas de reforestación, pues no se recupera la funcionalidad, diversidad y estructura del sistema original en su conjunto.
En este contexto, las Áreas Naturales Protegidas (ANP) son importantes, porque permiten la conservación de la diversidad biológica y los valores de interés cultural, paisajístico y científico, por tanto, deben estar bien “protegidas” (valga la redundancia) de los cultivos ilegales de coca y el narcotráfico, lamentablemente no es así.
Desde los años 90, Dourojeanni, reportaba que los Parques Nacionales Tingo María, Río Abiseo, Cutervo, Yanachaga Chemillen, Cordillera azul y el Manu, así como los Bosques de protección San Matías San Carlos, entre otros, tenían presencia de estos cultivos ilícitos, traspasando las zonas de amortiguamiento e ingresado a las propias zonas protegidas, afectando la biodiversidad que se alberga en estos territorios.
En el 2011 el CADA reporta al SERNANP que en el monitoreo del 2010 habían encontrado la presencia del cultivo ilícito de coca, ubicados en 13 ANP y 3 Zonas de reserva de esa época, así tenemos: 5 Parques Nacionales: Tingo María, Río Abiseo, Cutervo, Yanachaga Chemillen, Cordillera azul, Manu y Bahuaja Sonene; 5 Reservas Comunales: El Sira, Tuntanain, Yanesha, Asháninca y Amarakaeri; así como el Bosque de Protección San Matías San Carlos; el Santuario Histórico Machupicchu; el Coto de Caza Sunchubamba y finalmente 3 Zonas Reservadas de esos años: Güeppi, Santiago Comaina y Sierra Divisor. Estas ANP tenían en promedio una superficie de afectación de 6,000 hectáreas.
7 años después, el informe PERU: Monitoreo de Cultivos de coca – UNODC/DEVIDA, da cuenta que también 16 ANPs han sido y son blanco de la intervención de la actividad cocalera y por ende del narcotráfico.
El informe señala que “La superficie con coca en producción en el ámbito de Áreas Naturales Protegidas (ANP) muestra un crecimiento de 36 % referido al 2016, pasando de 168 ha a 228 ha. Asimismo, el cultivo ha afectado 6,466 ha dentro de las zonas de amortiguamiento que rodean las ANP, 15 % superior a la cifra del 2016 (5,628 ha).”
Efectivamente –indica el informe-, la mayor intensidad en la intervención del cultivo de coca no se da mayoritariamente en las zonas núcleo de las ANPs, sino más bien en sus zonas de amortiguamiento y entre las más afectadas tenemos a Bahuaja Sonene con 3,147 ha (58 % más que el 2016); el Parque Nacional Manu con 891 ha; (correspondiente a la zona cocalera de Kcosñipata), Machu Picchu con 527 ha (Convención y Lares), y Huimeki con 314 ha (Putumayo).
En términos absolutos la afectación del cultivo de coca en ANPs parecería poco significativa, pero la fragilidad de los ecosistemas que los albergan, pone en riesgo su riqueza en biomasa y biodiversidad que requiere de una atención integral y permanente por parte de las autoridades nacionales y locales.
¿El Jefe del SERNANP tiene conocimiento de esta situación? ¿desde cuándo? ¿Tienen un plan o estrategia para reducir la presencia de cultivos ilícitos de coca en las ANPs? ¿cuáles son sus resultados?
Muchas de estas peguntas nos hacemos cuando constatamos que, ante los hechos largamente conocidos, pareciera que no existiera un plan para abordar con seriedad el combate contra este flagelo que crece en la ANPs, mostrando su real desprotección.
Al parecer si hay conocimiento, pues no solo porque los informes del UNODC / DEVIDA se dan todos los años y son remitidos a las autoridades involucradas en los impactos, sino porque además existen muchos reportajes y noticias que dan cuenta de lo que pasa, así tenemos por ejemplo que el 21 de diciembre del pasado 2018, Vanessa Romo en su artículo publicado en MONGABAY, informó lo siguiente: “Hay voluntad política de sacar la ilegalidad del parque y estamos trabajando para que se pueda adoptar lo más pronto posible”, dice Pedro Gamboa, jefe del SERNANP a Mongabay Latam. Comenta además que Bahuaja Sonene es una prioridad y que se están realizando operaciones de inteligencia para entrar con efectividad”, el funcionario reconoce que sabe del tema y que aparentemente están implementando una estrategia, pero por lo que los datos nos revelan, no hay efectividad y la coca sigue avanzando, deforestando y contaminando a las ANPs.
Resulta necesario que el MINAM, el Congreso de la República y las autoridades correspondientes, deban tomar nota de esta situación y ejercer su labor de fiscalización, a fin de establecer responsabilidades, así como promover acciones de intervención inmediata para contrarrestar esta actividad ilegal y destructiva de nuestro patrimonio natural, que por la inacción de las autoridades encargadas se va perdiendo y con él nuestra biodiversidad que muchas veces es irrecuperable.